RAFA ZULUAGA – MASAJISTA
Fotxa, toda una vida ligada al Santutxu
Rafa Zuluaga, más conocido como Fotxa, es el responsable de la distribución de fisios en partidos y torneos y el responsable de los centros médicos del proyecto externo del futbol base y categorías inferiores del Athletic. Durante 35 años ha formado parte del Santutxu, primero como jugador y después como masajista, toda una vida ligada al club que este año celebra su centenario. Actualmente tiene una consulta en la calle Masustegi, donde sigue realizando su labor como masajista.
¿Cómo y cuándo empezó tu relación con el Santutxu?
Yo tendría 8-9 años cuando empecé a jugar en el Santutxu. Jugaba en el colegio Berrio-Otxoa y mis hermanos jugaban en el Danok Bat, pero yo prefería el Santutxu. Ahí conocí a Mitxelo y así empecé a entrenar en el club unos cuantos años, desde los 8 hasta los 22 que dejé de jugar. Posteriormente, cuando acabé de estudiar, empecé a tratar a los jugadores del Santutxu, así que he estado en el club toda una vida, ya que como masajista empecé a los 22 y he estado hasta este mismo año. Al principio fueron tres días a la semana en Maiona y luego, cuando puse el primer centro, los jugadores empezaban a venir al centro a que les tratase… y hasta ahora.
¿Cómo surgió la posibilidad de trabajar como masajista?
Yo me puse a estudiar porque sabía que del fútbol no iba a poder vivir y Mitxelo me dio la opción de aprender y ayudar con los jugadores. Entonces iba al vestuario, y veía como trataba a los jugadores el señor que estaba antes, pero poco a poco se fue haciendo mayor y ya empecé a coger yo las riendas. Así surgió todo.
¿Y en qué crees que ha cambiado o evolucionado el club desde sus inicios?
El club, como todos, va modernizándose, va cogiendo otro tipo de personas para poder entrenar a los chavales y, por lo menos, les hacen un curso de monitor, a otros les sacan el carnet de entrenador… Y en el aspecto médico hoy en día hay muchos más productos que antes, ya que hace años tenías un bote de aceite de almendras y con eso y una venda de tela te las tenías que arreglar. Como éramos muy pocos los que tratábamos a los jugadores, no había tanta exigencia pero exigencia es ahora precisamente la palabra, porque, en cuanto un niño se hace daño, al minuto ya te están llamando. Antes eso no pasaba porque no sabías a quien llamar, ahora en cambio hay mucha gente y por eso digo que en eso sí que ha evolucionado tanto.
¿…Evolucionado a mejor?
Sí, sin duda. Ten en cuenta que nosotros, cuando jugábamos, lo hacíamos en un campo de arena y ahora el campo es de hierba artificial. Nosotros íbamos a entrenar con ropa nuestra y ahora a los chavales se les da la opción de poder comprar equipaciones para ir todos iguales. Y al final todo va a mejor, sin duda.
Me comentabas al principio que antes de ser masajista del Santutxu, fuiste jugador del club, ¿verdad?
Sí, es más, solo te diré que mis mejores amigos de hoy en día son con los que compartía vestuario jugando al fútbol desde que éramos alevines hasta que lo deje con 22-23 años. Mis amigos todavía siguieron jugando algunos años más y aún hoy son mis amigos.
¿Cuáles crees que son los valores de un club? ¿Crees que, en ocasiones, prima la competición sobre valores como, por ejemplo, la amistad?
Sí, a mí me gustaría transmitir que un vestuario es como una segunda educación, es decir, tú tienes tu educación en casa o en la ikastola pero luego, en el vestuario, tienes otra que debes respetar. Al fin y al cabo, te estás cambiando con compañeros que tienen la mochila al lado con sus cosas y jamás puedes meter la mano. Sobre todo es fundamental valorar la amistad de la gente con la que juegas porque con ellos vas a pasar buenos momentos cuando ganas o cuando van bien las cosas y malos momentos cuando pierdes o cuando hay lesiones; en todos esos momentos hay que ser un grupo y, sobre todo, ser compañeros y amigos.
Han pasado muchísimos jugadores por tus manos. ¿Quién es para ti el mejor jugador que ha pasado por el Santutxu?
Jugadores que han llegado y se han hecho un hueco en primera división, por ejemplo, está Ibai Gómez jugador del Alavés y Unai Bustinza, que actualmente juega en el Leganés. También han pasado por el Santutxu Urko Vera y Urko Arroyo que actualmente está en el UCAM Murcia de segunda división. Todos estos son jugadores que, al final, se han hecho un hueco en primera y segunda división y han logrado mantenerse.
¿Y cuál es el mejor recuerdo que guardas de tus años en el club?
Futbolísticamente, los ascensos porque, al final, es algo muy bonito, pero el mejor recuerdo que tengo es que todos los jugadores y jugadoras que han pasado por aquí me vean por la calle y me saluden, es con lo que me quedo. Aparte de esto, también me gustaría tener un recuerdo para Asier Gorrotxategi, un montañero que falleció en Huesca, en el pirineo oscense en el año 1995 y con el que, siendo alevín, hice mucha amistad y con quien tuve el placer de compartir vestuario.
Dada tu profesión supongo que tendrás también algún que otro mal recuerdo…
Sí, la verdad es que los hay muy malos y he tenido algún que otro susto. Por ejemplo, me acuerdo de un jugador del Santutxu de tercera división que venía de jugar en una categoría inferior durante un partido en Santurtzi, donde hacía mucho calor, jugó prácticamente todo el partido y en la celebración de un gol que metimos, vino hacia el banquillo y se desplomó. Ese fue para mí el mayor susto que he tenido dentro de un campo de fútbol.
¿Cuál crees que es la clave para que un club se mantenga durante cien años?
La clave es tener gente trabajadora en el club. Al final, una persona como Mitxelo, que lo da todo por el club, es importantísima ya que, gracias a él, el Santutxu se mantiene durante los treinta y tantos años que lleva como presidente. Eso es porque es una persona muy competente y muy trabajadora y que también tiene a su alrededor a gente muy válida. Estamos hablando de un club de barrio que acaba de cumplir cien años, que es algo histórico y eso es gracias al trabajo y al compromiso de la gente.
Por último, ¿Qué supone para ti haber sido parte de un club tan conocido e histórico?
Yo empecé con ellos. Ahora tengo una consulta donde tratamos a mucha gente, muchas patologías y es gracias al club. Le debo mucho al Santutxu, por no decir todo, porque ellos fueron los que me empujaron a estar con los jugadores, a empezar a tratar a gente y a plantearme dedicarme a lo que había estudiado y con eso me quedo. Posiblemente, si no hubiese estado en el Santutxu igual no sería la persona que soy ahora.
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