En esta nueva excursión nos quedamos en Bizkaia. Hoy os quiero mostrar tres lugares de las Encartaciones.
A treinta kilómetros de Bilbao, en el municipio de Galdamés se sitúa en un alto Montellano. Alejados del ruido, del tráfico, de la polución, del estrés…habitan los ochenta vecinos de esta pequeña población.
Varios caseríos diseminados disfrutan de unas preciosas vistas al valle. La iglesia de Santa María es pequeña pero con un acogedor pórtico que han habilitado para sentarse a charlar y a contemplar la vida a pesar de las inclemencias del tiempo.
Pero, si por algo es conocido este pueblo es por ser el lugar de nacimiento de Antonio Trueba, Antón “El de los cantares”. Nacido en 1819, con quince años y, para huir de la primera guerra Carlista, partió a Madrid donde, además de trabajar en la ferretería de su tío, asistió a clases de literatura. Años después regresó a Bilbao para desempeñar las funciones de Cronista y Archivero del Señorío de Vizcaya, como le habían proclamado en las Juntas Generales de Vizcaya.
Antonio Trueba fue un escritor costumbrista que supo reflejar como nadie la vida de Bizkaia en el siglo XIX. Falleció en Bilbao en 1889 donde, una estatua en los Jardines de Albia, le recuerda.
En su pueblo natal, los restos de la que fue su casa, son un lugar de peregrinación para todos aquellos amantes de la literatura y conocedores de su obra.
Poco queda de aquella vivienda, pero se colocaron varias placas con inscripciones de sus aniversarios y, una de ellas con, quizá, el más famoso de sus poemas; el mismo que se puede ver en el interior de la bilbaína Iglesia de San Vicente, donde reposan sus restos.
“Dicen que el cisne cuando muere, canta;
y hoy tanto de mortal mi dolor tiene
que acaso es la del cisne mi garganta”.
De Montellano os llevo al parque de Atxuriaga en el barrio de La Aceña, perteneciente también a Galdames.
Este parque ocupa la zona donde estuvieron las minas Tardía y Berango en las que cientos de hombres y mujeres trabajaron denodadamente hace más de un siglo. Hoy en día son pocas las viviendas que quedan, pero este paraje estuvo sembrado de casas, barracones y tabernas dando servicio a muchas familias.
Actualmente es un lugar de esparcimiento con lagos, donde han plantado varios ejemplares de fresno, arce o roble americano. En las campas no faltan mesas, fuentes y barbacoas para disfrutar de una jornada campestre; y, a pocos metros, existe un amplio aparcamiento donde estacionar el coche.
El nombre del parque se debe a una antigua torre medieval que se ubicó aquí y que desapareció cuando comenzó la actividad minera. También hubo una ermita que fue sustituida por la actual.
No es extraño, incluso, ver caballos pastando tranquilamente sin reparar en los curiosos que paseamos por este bucólico lugar donde reina la paz y el sosiego.
Si además de sentaros en uno de sus bancos, os apetece realizar alguna ruta de senderismo, existe un camino que fue trazado del ferrocarril minero y que ahora se ha reconvertido en una vía verde.
El tercer rincón que os quiero mostrar es, sin duda, paradigma del lujo y de la elegancia. Me refiero a Torre Loizaga en el barrio de Concejuelo.
Para llegar hasta aquí debe hacerse en coche particular, ya que no existe ningún transporte público con parada en la zona. La carretera comarcal 3634 es el acceso a este pequeño paraíso rodeado de montes.
Los domingos, único día de la semana que este museo abre al público además de los festivos estatales, podéis realizar un recorrido por la historia del automóvil que no dejará a nadie indiferente.
El artífice de este internacionalmente reconocido museo fue Miguel de la Vía. El empresario, natural de Las Encartaciones, pintor, pianista y acordeonista tuvo un sueño: Reconstruir la medieval Torre Loizaga en el mismo solar donde se ubicaban sus restos.
Construyeron diferentes estancias, un foso, un puente levadizo y una muralla. En los terrenos que lo rodean plantaron gran variedad de árboles. Un proyecto personal que durante muchos años fue tomando forma en este entorno incomparable.
Miguel de la Vía era un apasionado del motor que fue adquiriendo estas obras de arte con ruedas. Para alojar a estos delicados y costosos vehículos, no dudó en construir pabellones donde se mantienen en perfecto estado.
La más completa colección de Europa y una de las más importantes del mundo se compone de setenta y cinco automóviles de los cuales cuarenta y cinco son de la marca Rolls Royce.
Falleció en 2009 dejando este magnífico legado a sus herederos, quienes han sabido conservar y mantener como a él le hubiera gustado.
En el concejo de Galdamesperduran las tradiciones como la fiesta del pan que se celebra el día 24 de diciembre, en plenas fechas navideñas. Es una oportunidad no solo de degustar sabrosos panes, sino de ver cómo se elaboran y participar en diferentes talleres y actividades.
También, en los últimos años, se ha recuperado una actividad de antaño que se ha convertido en deporte y que podemos ver en las fiestas populares. Se trata de los concursos de barrenadores. Cuando existían las minas, el oficio de barrenador estaba muy valorado por su gran dureza, ya que debían utilizar una barra de hierro para crear en la roca un agujero de más de dos metrosdonde se introducía la pólvora o dinamita para que estallara y conseguir, así, el mineral o la piedra que les interesaba. Es muy habitual en esta zona ver campeonatos de barrenadores realizando un gran esfuerzo para agujerear la piedra que, por supuesto, no se le introduce explosivos.
El patrimonio cultural es muy relevante en Galdames. Son varias las rutas que os llevarán a descubrir ermitas, museos, cuevas, bunkers del Cinturón de Hierro de Bilbao, casas muy antiguas y hasta dólmenes prehistóricos.
Sin duda alguna, os animo a que visitéis esta comarca tan cercana a nuestro Botxo.
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