En esta primera excursión os llevaré a La Arboleda. Enclavada en los montes de Triano, a poco más de veinte kilómetros de Bilbao, nos espera un buen lugar para desconectar, para pasear y para disfrutar de la naturaleza. Un espacio mágico lleno de historia industrial y de historias personales muy frecuentada por montañeros, familias con niños y todo aquel que desee alejarse de la civilización y relajar la vista admirando este paisaje.
Desde Trapagaran se puede ascender en funicular; una opción muy interesante si no te importa andar un kilómetro hasta el pueblo. Por carretera desde abajo son seis kilómetros con muchas curvas, pero, para mí es la opción más adecuada ya que no hay problemas de aparcamiento y, me permite moverme por la zona de una manera cómoda.
Algo más de 500 habitantes conviven, en la actualidad, en el que fue un pueblo minero de cuyo suelo se extraía mineral de hierro que, aunque ya se realizaba de manera artesanal en tiempos remotos, no fue hasta finales del siglo XIX cuando adquirió mayor auge. La actividad terminó entre los años 60 y 70 del siglo pasado.
Los trabajadores de aquellas minas habitaban en barracones, en sus inicios. Poco a poco se fueron construyendo casas en torno a su plaza.
Un lugar lleno de vida en el que coexistían hasta veinticuatro comercios hosteleros, un hospital, una escuela y un cuartel de la Guardia Civil, cerrado desde los años 70, que se encargaba de mantener el orden en aquella variopinta comunidad.
Pocos vestigios quedan ya de ese pasado industrial. Los antiguos pozos han sido reconvertidos en lagos de aguas azules para disfrute de pescadores. Grandes extensiones de verdes prados, varias áreas recreativas con zonas infantiles y mesas para sentarse a degustar una buena comida y un museo al aire libre formado por dieciocho esculturas gigantes creadas por diferentes artistas vascos. Meatzalde Goikoa Parkea, así se llama este museo inaugurado en 2008, ha sufrido los ataques de algunos vándalos a quienes ha molestado esta expresión artística en este entorno. Afortunadamente, somos muchos más los que valoramos y respetamos esta combinación de arte con paisaje e historia.
En el centro del pueblo, las casas se sitúan alrededor de la plaza y de la iglesia de Santa María Magdalena, donde todavía quedan varios bares o restaurantes para hacer un alto en el camino y dar buena cuenta de las famosas alubias.
Si continuamos el camino de la derecha del pueblo, a tres kilómetros llegamos a un paraje conocido por Peñas Negras.
Piedras, rocas y mucha vegetación es lo que nos espera en el corazón de las abandonadas explotaciones mineras. Caminar entre estas formaciones rocosas puede ser muy entretenido por su apariencia sorprendente y por las subidas y bajadas de varias laderas a lo largo del recorrido.
En épocas de setas es muy habitual encontrarte con más de una persona con la vista fija en el suelo y una cesta de mimbre en la mano.
Con el objetivo de mostrar a los visitantes de este bucólico lugar episodios de la historia reciente, se creó el Centro de Interpretación Ambiental Peñas Negras.
La entrada es gratuita y se puede visitar todos los días de la semana.
En el exterior varios elementos como vagonetas o un lavadero de mineral nos ofrecen una idea de la dureza de aquellos trabajos.
Al acceder al interior del Centro llegas a una sala que alberga una exposición fotográfica y varios paneles explicativos donde se cuenta cómo se forma el mineral, cómo lo extraían y cómo se transportaba.
En una vitrina, el tranvía aéreo de vagonetas se pone en marcha para mostrar a los visitantes el funcionamiento y, explicar así, cómo bajaban a Gallarta el hierro conseguido de las rocas de los montes que nos rodean.
Por una escalera se desciende a otra estancia de cuyas paredes cuelgan imágenes con escenas cotidianas protagonizadas por mujeres y hombres de hace más de un siglo.
El Centro de Interpretación Ambiental Peñas Negras brinda a los visitantes la posibilidad de participar en diferentes actividades como paseos a caballo, plantar árboles o talleres diversos, así como proyecciones de video en los que el tema principal es el mineral.
En su cafetería, además de tomar un refrigerio, puedes adquirir unos deliciosos tarros de miel natural.
Esto que os he contado es solo una pequeña parte de lo que La Arboleda y sus alrededores puede ofreceros.
Os recomiendo una excursión, sin duda.
TEXTO: ESMERALDA HERLO
FOTOS: ANDONI RENTERIA
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