En esta nueva excursión salimos de la provincia de Bizkaia y nos adentramos en la vecina Cantabria; concretamente,os llevo hasta la Costa Quebrada y al Parque Natural de las Dunas de Liencres.
A nueve kilómetros del oeste de Santander se encuentra el pueblo costero de Liencres que pertenece al municipio de Piélagos. Las casas típicas cántabras se mezclan con las modernas urbanizaciones habitadas por vecinos y veraneantes procedentes, fundamentalmente, del País Vasco.
Bares, restaurantes, comercios, parques…no le falta de nada a esta pequeña localidad, incluso poseen un parque declarado natural y, por lo tanto espacio protegido, en diciembre de 1986.
El Parque Natural de las Dunas de Liencres cuenta con 195 hectáreas de extensión en las que el pino marítimo es el principal protagonista junto con el pino piñonero y el pino de Monterrey, quienes cumplen una doble misión: por un lado son los responsables de fijar las dunas y, por otro, han conseguido crear un magnífico lugar para el esparcimiento al aire libre por el que se puede pasear y recorrer a través de sus senderos. Dispone de un gran aparcamiento donde olvidarnos de nuestro vehículo y contribuir, de esta manera, en la protección del entorno; así como bancos, mesas y fuentes para facilitarnos la estancia.
Las dunas de este parque son consideradas unas de las más importantes del norte de España por su interés geomorfológico, ya que poseen unas particulares características paisajísticas y ecológicas.
Este espacio natural se sitúa a la derecha de la desembocadura del río Pas y posee dos playas de fina arena: Valdearenas y Canallave cuyas condiciones, con olas de poco pero intenso recorrido, las convierten en el destino ideal para los surfistas. Orientadas al norte y en mar abierto son playas ventosas en las que el baño debe realizarse con precaución.
Este litoral, catalogado como Punto de Interés Geológico y Lugar de Interés Comunitario, forma parte de Costa Quebrada, con unos acantilados de gran belleza cuyas paredes han sido pulidas por los embates de las olas del mar.
Playas y calas se prolongan ocho kilómetros por la costa destacando, sobre todo, dos colores: el azul del mar y el verde de los campos.
Uno de los arenales más espectaculares es la playa de La Arnía con doscientos metros de longitud y una asombrosa plataforma de abrasión, o lo que es lo mismo, una zona de suelo rocoso que, a través de los siglos, ha sufrido la erosión del agua del mar. Para acceder a la playa debemos dejar el coche arriba, en el aparcamiento y realizar el último tramo a pie.
Una variada fauna habita este paraíso dándole, así, un gran valor ecológico. Los lagartos, culebras o sapos conviven con aves como la gaviota, la espátula, el zarapito o el chorlitejo.
La espectacularidad del paisaje llega, también, desde mar adentro, mostrándonos varios islotes cuyo aspecto hace volar nuestra imaginación intentando ver algo más que una formación rocosa.
A estas peñas, enclavadas en paralelo a la costa, se las conoce como urros y se han formado debido a la erosión de los acantilados por el efecto de la fuerza del mar. Una treintena de urros salpican esta primera línea para disfrute de todos los que, con nuestras cámaras, captamos imágenes para el recuerdo.
Los geólogos explican esta curiosidad debido a la posición frente al oleaje y al tipo de material de su estructura. Los menos resistentes, formados por areniscas, van cediendo; permaneciendo los más duros como, por ejemplo, los de calizas.
Pero, este paraíso no solo se disfruta a pie de playa, también podemos observarlo desde las alturas; y, para ello, el lugar ideal es el monte Picota con una altitud de 240 metros y apenas kilómetro y medio de ascenso a pie desde el cercano pueblo de Mortera.
Una vez en la cima divisaremos la Costa Quebrada con sus playas y el Parque Natural bañado por un bravo mar Cantábrico; así como descubriremos diferentes restos arquitectónicos de los más de veinte puestos de vigilancia utilizados durante la Guerra Civil.
Por su situación privilegiada esta es una zona muy frecuentada por los turistas, sabiendo que no solo hallarán un lugar para relajarse y disfrutar de la naturaleza en todo su esplendor, sino que podrán practicar deportes náuticos, senderismo, montañismo… y que gozarán de una gran oferta gastronómica con productos locales muy sabrosos.
Lo único que no está asegurado en este litoral es el tiempo meteorológico, como en toda la cornisa cantábrica.
Espero que os haya gustado el reportaje y hayáis tomado buena nota para realizar una excursión a poco más de cien kilómetros de Bilbao.
Texto: ESMERALDA HERLO
Fotos: ANDONI RENTERIA
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